La discusión de la semana estuvo referida a las declaraciones del actor Federico Luppi en un medio del Uruguay respecto de Mirtha Legrand y Susana Gimenez.
Veamos, en principio, aunque no acuerde con el trasnochado discurso de las divas, tengo que decir que los términos que utilizó el actor no ayudan a nadie, y de ello se desprenden dos reflexiones:
La primera es que no acuerdo con el leninismo del lenguaje. Quiero decir, desacreditar a alguién desde la descalificación no es progresista, sino mas bien reaccionario. Queda implicita en la descalificación la necesidad de que aquellas ideas con las que se discrepa no tengan espacio. Personalmente creo que todos tienen derecho a expresarse, aún aquellos que me parezcan repulsivos.
La segunda reflexión es que con las declaraciones de Luppi queda probado que los opinadores nacionales y populares no estan financiados por el kirchnerismo. Imagino a la presidenta avergonzada frente a tan violento defensor.
Ahora, tengo que decir que si bien Federico Luppi ha tenido una desafortunada intervención, por cierto violenta, no es menos violenta la prédica de la Legrand desde su púlpito.
Conocido es el deseo destituyente que asiste a Mirtha Legrand cada vez que se refiere al Gobierno Nacional. Describir a este momento político como una dictadura es de una pereza mental manifiesta o, y prefiero creer lo que sigue, que una comunicadora como Mirtha elige semejar este gobierno con una dictadura porque claramente atenta contra lo que ella cree que es el orden republicano. Mas, que en esta misma semana Mirtha revele los entretelones de la foto con Astiz, mas que despejar dudas sobre el asunto, viene a confirmar lo aceitado de sus relaciones con la jerarquía militar reinante en aquellos años. Recordemos que para "salvar" a su sobrina secuestrada, recurrio al llamado de un general al que había conocido en elagún ágape.
Quiero que reflexionen sobre esto, en las declaraciones de ambos, lo que se trasluce es una profunda intolerancia, un sesgo que los argentinos debieramos replantearnos hacia el futuro.
Se me dirá que Luppi le pegaba a la Chona, y que dejó un hijo tirado en Uruguay... No fue la Legrand quien echó a su hijo cuando descubrió que era homosexual (no es eso un golpe de lo mas siniestro?) y lo dejó tirado a su suerte hasta que descubrió que se moría???
Y aquí viene lo central de todo este asunto. La verdadera discusión que se esta librando en el país en este momento, no es una discusión por dinero, ni por imponer ideas de izquierda o derecha.
Alvin Tofler señala en su libro, El cambio del poder, que luego de la tercera ola (la revolución tecnológica) el poder será ostentado por quien tenga el conocimiento, por quien ostente ese valor supremo y subjetivo.
El conocimiento no se agota en la formación académica, se nutre además de información de primera mano. Ahora les pregunto, los ciudadanos de a pie, a través de que mecanismos nos nutrimos de información? Mas, Cuál es el origen de los conocimientos que adquirimos en la Universidad, cualquiera sea? O en la primaria? o en la secundaria?
La información a la que accedemos es aquella que nos cuentan los medios. Esa es la madre de las batallas, la de la construcción del relato.
Desde 2003, quien maneja la agenda política es el kirchnerismo. Por tanto, la construcción del relato está en sus manos. Esa es la derrota cultural mas grande que ha sufrido el poder en la Argentina. Entiendase el poder como las corporaciones, el campo, los curas, los milicos, y el cuarto poder. La propia Beatriz Sarlo, hace unos días señala con desconcierto la aceptación de tiene el kirchnerismo en círculos académicos, se sorprende sobre la aprobación que tiene este gobierno entre los intelectuales.
Es tan ostensible la derrota que sus gerentes en la política, no pueden mas que dar lástima repitiendo como loros el discurso prefabricado faxeado desde alguna redacción.
El cambio de paradigma ha ocurrido, la duda ha sido instalada... Espero que el salto cualitativo que la sociedad argentina ha dado comenzando a cuestionar el poder no tenga vuelta atrás. Que todo sea auditado, que nada ni nadie pueda ostentar prerrogativas.
El piberío alborotado incomodando al statu quo... enhorabuena!