La lógica del merecimiento recargada

Estuve leyendo algunos de los comentarios de quienes se acercan al blog, y tengo sensaciones encontradas.

Particularmente, el comentario de Nina, me produjo mucha desazón, ya que se encuentra entrampada en una lógica que no es natural sino adquirida.

La abrumadora cantidad de mensajes con los que somos torpedeados a diario, que suscriben la lógica protestante sin la que el imperio norteamericano no sería nada, hace que naturalicemos ciertos mensajes que son completamente errados. (Etica protestante, Max Weber)

Bastará con repasar el texto de la Constitución Nacional, o cualquier otra, para saber la diferencia entre derechos y garantías, y también obligaciones.

Estimada Nina, agradezco a Dios por haber nacido en una casa en la que mis padres me educaron en un sentido progresista, me permitieron recibir una educación de calidad, para que todo ese caudal de conocimiento me permitiera tener herramientas para poder ganarme la vida con dignidad.

Tengo 33 años, dos carreras universitarias a término, soy un dechado de virtudes, y gano menos que el señor que recoge los residuos en un camión.

No te confundas, no soy un resentido, ni odio a los recolectores. Me alegra que tengan buenos sueldos, ya que su trabajo es muy difícil.

Lo que quiero señalar, es que aun habiendo podido acceder a la mejor educación, siendo el yerno que cualquier suegra quisiera tener, el derrotero del país en el que vivimos me dejó afuera varias veces.

Estuve seis meses tomando ansiolíticos y antidepresivos, y engordé 40 kilos de los que aun no puedo desprenderme, porque fuí víctima de mobbing por parte de una empresa de telecomunicaciones de origen ibérico.

Mas, volví vencido a la casita de mis viejos, porque ni para el alquiler tenía. No tengo casa propia, porque mi sueldo me impide ahorrar. Mi trabajo es en negro, y no dispongo aun de obra social.

Antes de tener el trabajo que tengo, estuve 14 meses sin trabajo. Y te juro que buscaba, pero no llamaban a mi teléfono ni siquiera para putearme.

Todo esto fue un enorme aprendizaje, y sabes que es lo mejor, no me quejo. Trabajo como un esclavo no para tener mi casa, o para comprar un auto. Trabajo para ser libre financieramente, con mis propios emprendimientos, para que ningún hijo de puta vuelve a torturame psicológicamente.

Crucé un océano de horrores, de descrédito, de llanto, y de ideas terminales... Y ese tortuoso proceso terminó siendo un enorme aprendizaje.

En ese camino, durante el año 2010, trabajé en un proyecto solidario en un barrio periférico, y conocí a los pobres de toda pobreza.

Para esa gente, de pobreza tan urgente, $30 es ser millonario. Seguramente, habrá un porcentaje de gente pobrísima, que desee vivir del Estado, pero no creo que sea superior al 10%.

Sabés cuáles son los sueños de los pobres? Los mismos que los tuyos... Quieren tener trabajo, quieren que sus hijos vayan a la escuela, y quieren poder hacerse su casita, igual que lo hizo tu marido.

Te asombrarías al ver el blanco de los guardapolvos de esos chicos. Allí no hay lavarropas, ni jabones líquidos. Es a mano en una palangana con un pan de jabon blanco y con agua de napas contaminadas.

No quiero juzgarte, es tu decisión pensar de ese modo. Pero leer tus comentarios revela un profundo desconocimiento; te invito a que te acerques a algún lugar en el que el hambre es urgente, y te aseguro, vas a llorar amargamente por haber creído lo que crees en este momento.

Cuando veas la lucha de esas madres, vas a entenderlo todo. Esas madres luchan por la supervivencia de sus hijos, como leonas.

Por último, este espacio que he creado abraza la discusión y el debate, porque es la manera mas hermosa de pensar, de ponerse en el lugar del otro, de tratar de buscar soluciones.

Espero que puedas reflexionar conmigo, y que no te ofendas por estas palabras. Aguardaré siempre tus comentarios, porque me permiten conocer otra mirada.

Entre tu mirada y la mía, quizá, podamos parir una nueva, como decía Sócrates en su extraordinaria mayéutica.

Te abrazo con el alma, pero por favor no prejuzgues...