04 febrero 2013

El insulto como expresión de debilidad

Hola mis amores, aqui me encuentro sobre el final de la temporada estival sin demasiadas ganitas de escribir, les confieso.

Durante mi ostracismo voluntario, he visto y oído de todo acerca del gobierno y sus integrantes. Mucha gente vociferando sandeces acerca de la "yegua", improperios varios que salían de la boca de remiseros, taxistas y turistas varios.

Claro, Mar del Plata se llena de gente en verano, y lo mas granado del medio pelo nacional hace reposar su osamenta en la feliz.

El medio pelo, ha hecho tronar su voz en contra de los beneficiados por la política inclusiva del gobierno, al grito de: Esto se lleno de negros de mierda a lo que la yegua les da planes y no te gastan un mango... Se escuchó decir a comerciantes varios, gastronómicos, entre otros.

Respecto de la gente de teatro, la mayoría se quejó del precio de las entradas (los propios actores lo decían), se quejaban de la avaricia de los productores y que podrían haber puesto las entradas un poco mas baratas.

He llegado a escuchar cosas como que Kirchner sigue con vida, y que su velorio fue una Misce en scene.

Esa es una categoría de insultos, que preocupan por lo fascistas, pero que obedecen a un odio de clase que existe desde siempre, y que por suerte cada vez es menor, el fifty fifty vió?

Lo que me preocupa, es la catarata de insultos proferida por la oposición, con Miguel del Sel a la cabeza, seguido por algunos cacerolos iracundos en los ultimos días.

También hay que hacer notar la aparición de un monton de famosos, como Walter Queijeiro, que e sumarían a las filas del PRO.

Todas estas manifestaciones no obedecen a otra cosa que a la debilidad de una oposición que no logra fijar agenda, ni encontrar un rumbo de cara a las próximas elecciones.

Que quienes piden diálogo a los gritos, se refieran a la presidenta como "Vieja chota hija de p...", son el epítome del fracaso, de la imposibilidad de construir una alternativa con algo de predicamento en lo social. Su odio de clase que se manifiesta a través de la pérdida de privilegios, se despliega en opciones electorales vacias, que sostenidas por los medios hegemónicos, intentan hacerse del poder para volver para atrás.

Y lo cacerolos que insultan en buquebus, son los mismos que cuando ven a Del Sel y sus exhabruptos, hacen como el macho del tango al ver a la rubia Mireya...

"Cuando por la calle la veo tan vieja doy vuelta la cara y me pongo a llorar"...


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si vos ves a alguien con quien tuviste/tenes o te creó un problema, no lo insultas?

Anónimo dijo...

Y LOS ATAQUES DE LOS TUYOS???

LOS DE LA BONAFINI,FERNANDEZ Y PRINCIPALMENTE DE LA LOCA DE TU PRESIDENTA,NADA,NO???

Xules dijo...

Yo no hable de ataques, sino de insultos, son dos cosas distintas.

No comparto los exhabruptos de Bonafini, en gral. son exagerados.

Me encantan las respuestas de Anibal.

Amo las alocuciones de Cristina.

En cuanto a si tengo un problema con alguien no, no lo insulto. Aclaro el punto y si veo que no hay nada ahi, me alejo...

Anónimo dijo...

CHE,QUE CANSADORA LA YEGUA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

lidiaazul dijo...

Pareció, alguna vez, “periodista” avanzado (a pesar de un nada simpático estilo de autoritarismo feudal) y terminó sepultando su prestigio bajo una pataleta adolecente, rentable. Su odio itinerante hoy oscila, por una parte, entre rabietas contra sus pares y, por otro lado, en la metralla bobalicona contra el Gobierno de Cristina Fernández. Y todo porque no supo ser, o no pudo, referente de la comunicación crítica. Hoy no es “periodista”, no es académico, no tiene autoridad moral, no tiene capacidad crítica seria. Se hace llamar igual que el grupo de producción televisiva al que más odia. Un Paracelso de la mediocridad… la crema y Lanata. Con la falta que hace la crítica seria en manos de periodistas serios. Fue uno de los fundadores del periódico Página 12.
En el margen de simplismo ideológico, que le deja su servilismo ante la oligarquía mediática argentina, (de suyo todo lo pedante e insoportable por heredera del militarismo golpista) Lanata se mueve como pez en el agua turbia de sus envidias infantiles. El “periodismo de investigación”, que alguna vez cacareó como máximo desafío del oficio, es lo que menos le interesa y lo que menos hace. El “periodismo” resultó ser un pretexto para escalar las cumbres de su egolatría ayudado con dinero de los oligarcas golpistas que una vez el propio Lanata definió como “demonios”. Hay documentos audiovisuales incontestables.