La cosa vino así: piedra, flecha, bala, bomba, misil aire-aire-mar-aire, tierra-aire y súper misil aire-casa: esto es, la televisión. La caja mágica viró a caja tonta, a caja letal y a caja electoral. Hoy decide donde debe suceder la realidad. Es el artefacto doméstico que más nos domestica. Agenda el destino del yo. Manipula el nosotros. Descerebra. Mantiene sietemesina y en formol a la entera sociedad (¿?)
La bambolla bicentenaria no logra ocultar que 1810 se nos perdió en el camino y Esto, otra vez, es Virreynato. No son ganas de joder o exagerar. Es lo que es. En 1809 en este coño sur del mundo la pasaban mucho mejor que hoy. No había exclusión. Comían todos. Bajo el Virrey Cisneros había pan a rolete. (Bajo el Bicentenario de los Kas habría lo justo y de trigo exportable, nada) Hasta los “esclavos” iban a la Opera.
Un viajero inglés escribía asombrado “es el único lugar del mundo en donde los mendigos piden limosna a caballo” (sic). ¿Entonces? Por un lado, no había televisión. Por el otro, no estábamos nosotros. Habían echado dos veces a los ingleses. Hacían, no deshacían. Tenían un sueño: darse una nación.
A dos siglos sólo queda el rejunte de una tribu que sorprende al mundo. Una pesadilla institucional que en 30 días volverá a violarse a sí misma aceptando los tejemanejes de un Mandamás de mucho monto. Está clarísimo: no es el patético K: somos nosotros. Atractivos pero imprevisibles. socialmente imbéciles. Reacios a crecer, rebeldes ante el deber y sin más virtud que ser “distintos”.
Que no significa ser los terrícolas de máxima singularidad sino los menos ocupados en su mínima normalidad. Una demografía sin seso que actúa cebada por el pálpito y el capricho. 40 millones de Menem, Patti, Scioli, Massa, Ka, y toda la sarta de pícaros que dan careta a los afiches del caos electoral que se avecina. Pocas veces se urdió elección más desopilante. No hay precedente de trampa tan grosera ni de civilidad tan aguachenta.
A 30 días se vive como acontecimiento a cumplir lo que se debería evitar. Lo del 28 está convalidado por quienes impusieron las trampas, por quienes aceptaron las trampas y por los que irán a votar las trampas. El 70% rechaza la gestión oficial. El 52% la anarquía opositora. Pero el Corso no se suspende.
El 28 los diarios elogiarán la jornada como si fuera ceremonia de carmelitas descalzas. Dios nos guarde. Ya advierten que mejor prevenirse. Cumplir con la urna como con los “japos” tintoreros. “¿Tené boleta?”. Sí, llevarla y ponerla uno (no sea que truchen el impreso para vetarla luego).
Así está el país en la 22 del 2009. La crisis se palpa. El espesor del papel periodístico y el del papel higiénico se afina tanto que acabaremos con la realidad deshecha en las manos. Menos mal que la poesía sigue enviando signos. 1) Ex presidente surcoreano no pudo sobrellevar haber sido corrupto y se arrojó de 30 metros (aquí sus émulos se ven favorecidos por la geografía: los acantilados quedan lejos) 2) Japonesitas de Yokohama entran a la adolescencia llenando sus corpiños de huevitos para que a su calor se incuben las codornices que 23 días despuéss saldrán piando de Sus Nidos. ¡Oh!
Esteban Peicovich